Nada más entrar, el espacio te transporta directamente a Asia: a Singapur, Bangkok, a cualquiera de sus rincones. Nos reciben unos grandes ventanales que permiten abrir el espacio al exterior y que durante la noche se iluminan de rojo. Por dentro Satay Grill recrea una taberna tradicional, con sus ventiladores en el techo, su barra de madera y su altillo lleno de cajas; aunque no exenta de modernidad, con columnas de metal, mesas de mármol y lámaparas y taburetes de estilo industrial.

Esta decoración va acorde con la propuesta gastronómica... En Satay Grill se ofrece un producto sencillo, informal y asequible, pero a su vez noble, cocinado a la brasa, con fuego y carbón, como lo haría cualquier vendedor ambulante en Asia. Así de sencillo, pero ahí está su esencia. En su carta nos topamos con ocho entrantes, principalmente ensaladas, aunque tampoco falta la clásica sopa de miso. Las ensaladas, como no, están inspiradas en Asia y encontramos, por ejemplo, la refrescante quinoa, zanahoria y tomate al estilo vietnamita, o la tierna berenjena miso. Para terminar de redondear la estancia, se ofrecen bun-baos (pan chino) con pollo tandori o cerdo y ya todo el surtido de satays, 11 en total: de calamar, salmón, pez espada, pollo, ternera, setas, espárragos, calabacín... Para todos los gustos y preferencias, marinadas con diferentes salsas. Y éstas se acompañan con un bol de arroz basmati perfumado -que está increible. En materia de postres no os vayáis de Satay Grill sin probar su helado de sésamo; sí, de sésamo, aunque suene raro el resultado es espectacular.

Si quieres trasladarte al sureste asiático sin moverte de Barcelona ya lo sabes: visita Satan Grill, no te decepcionará.