Hoy os traemos un auténtico regalo. Hace unos días tuvimos el placer de acudir a cenar al restaurante de Sergi Arola, situado en la segunda plata del Hotel Arts de Barcelona, una zona sin duda de lo más privilegiada. Para quienes no conozcáis Barcelona, este hotel está en primera línea de mar, justo en la playa de la Barceloneta, así que os podéis imaginar el ambiente... inmejorable con la brisa del Mediterráneo en la cara, la puesta de sol de fondo y el azul inundándolo todo.
Como podréis comprobar sólo con las
imágenes, la propuesta culinaria del Arola, de la mano del chef Miguel
Ángel Mayor, resulta innovadora, moderna y cosmopolita, de acuerdo
con lo que es Barcelona y con el ambiente que se respira en el
restaurante, en tonos azulados y con un muy buen repertorio musical
de la mano de Natxo Arola, hermano de Sergi Arola. Un lugar íntimo a la vez de amplio e ideal para la sociabilización.
Dicho esto, toca hablar de lo más importante, el menú. Mayor, formado en casas como El Bulli o
el Mugaritz, ha optado por darle al menú del Arola un toque más
visual y creativo y nos deleitó con una propuesto innovadora y con
una gran variedad de sabores no aptos para los paladares más
convencionales. Sobre una base mediterránea basada en productos
locales de mercado, Miguel Ángel Mayor ha optado por darle un
contrapunto de reminiscencias asiáticas: lo mejor de uno y otro lado
del globo en un solo menú. ¿Qué más se puede pedir?
De este modo, y después de un
delicioso cocktail en la terraza que os mostraremos próximamente,
empezamos con unos aperitivos que consistieron en un bitter Arola a
base de remolacha y de lo más cool, una pizza de hojas y brotes
(¡viva el color!), un macarrón de guacamole que se fundía en la
boca, unas sardinas fritas con limón y unas patatas bravas
cilíndricas marca de la casa.
Tras esto, el pescado y los productos
del mar se erigieron en protagonistas y vino un papillot de
boquerones y calabaza, unas navajas con kalix, unos guisantes con
“espardenyes” cocidos al punto justo y de un sabor indescriptible
(no volveréis a ver los guisantes del mismo modo), ceviche de pulpo
& parmesano y coco helado Thai, para rematar la segunda ronda.
Fascinante como el coco se derretía apenas tocar nuestras bocas.
Y seguimos con el toque más exótico del menú degustación a base de gamba roja en kimchi, infusión de dashi y huevo milenario. Como dije, del Mediterráneo a Oriente en apenas unos minutos y sin salir de Barcelona. La cena la remató un hummus líquido (sí, es la espuma blanca), tajine de codorniz y pato a la naranja. Exquisito.
Y como no, el postre o mejor dicho, los postres dado que tuvimos hasta cuatro diferentes: el primero un mix de lo más vanguardista formado por nubes (flameadas al momento), helado frito, papel violeta, ravioli de anacardo, risotto de sauco (típico en los paises escandinavos para darle un toque nórdico a la noche) y uvas yuzu. El segundo, red's: con remolacha y helado de frutas rojas. El tercero, mi preferido, aromas tostados en los que el chocolate se mezclaba suavemente con un delicioso toque de café. Y ahora sí que ya por último un post-postre acompañado de chupitos con unos coloridos dulces en forma de pequeñas chocolatinas.
Al vino queríamos dedicarle un capítulo aparte. Nos premiaron con un Oloros Abocado Single Year 1990 de Jerez, seco pero meloso y de una sola añada; un Groc'10, Rueda verdejo de nivel; un Sota els Angels '09, del Empordà, con viogner&picapoll en bota; y, para dejarnos con un gusto de boca inmejorable, un Don PX Gran Reserva 1985.
Desde aquí darles las gracias a María
Sainz, directora del restaurante y gran anfitriona, y a Joan Arboix,
sommelier que nos hizo partícipes de su gran pasión por el vino. También
como no al chef Miguel Ángel Mayor y al simpático y atento camerero
que nos atendió. Chapeau.
Ya lo sabéis, si queréis sorprender
gratamente a alguien especial o simplemente daros un caprichito, el Arola es vuestro sitio.
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