Y ya está. La semana de Haute Couture en París terminó el pasado miércoles dejándonos, como siempre, un buen sabor de boca. Las grandes casa de la moda sacaron lo mejor de sí para demostrarnos que la moda puede ser considerada arte.
Así se pudo ver en el desfile de Giambatistta Valli, un recién llegado que, pese a ello, se reafirmó en su sitio entre los elegidos. Roberto Capucci plantó una colección sobria a la vez que lujosa, donde el blanco y el negro fueron los protagonistas, pero también el candy y el fucsia. Líneas femeninas, volúmenes, gasa, mucha gasa y flores y lazadas en 3D, de amplios volúmenes…
No hay que olvidar sin embargo, que quien inició la ‘minisemana’ de la Alta Costura parisina fue la Maison Versace, una de las más esperadas, dada su ausencia desde 2004. La casa italiana no defraudó ofreciendo la mejor imagen de si misma: con brillos y encajes y colores fluor como el naranja y el verde. Tampoco faltaron, como no, el oro y el plata. Quien pensara que en París sólo se iban a ver vestidos vaporosos y de princesa se equivocaban o no tenían en consideración a Versace, siempre rompiendo los esquemas de cualquiera. Las piernas de las modelos se exhibieron a lo largo del desfile suponemos, entre otras cosas, para dejar ver sus sandalias, espectaculares.
Y por fin llegó Dior. En la Maison se hizo más evidente que nunca que el legado de Galliano sigue siendo una montaña demasiado alta... El genio del diseñador gibraltareño marcó una época y de hecho así lo demuestra que la casa francesa volviera a desfilar sin nombramiento oficial de su sucesor como director creativo. Así las cosas, Bill Gaytten no se complicó la vida y decidió seguir impregnándose del estilo apurado de la marca para mostrar una colección que, si bien fue correcta, estuvo falta de brillantez. Dior se ha quedado sin aquellas dosis de ingenio y creatividad que nos dejaba Galiano con sus colecciones. Ahora en la Alta Costura presenta unas piezas muchos más ponibles con un regusto un tanto amargo: faldas de siluetas lápiz al más puro estilo Mad Men, cinturas ajustadas, hombros al descubierto y algún que otro volumen para no perder la costumbre.
Para Chanel el Gran Palacio se convirtió en un avión, pero más allá de la espectacularidad con la que la casa francesa envolvió su desfile, la colección dejó bastante que desear (aunque cierto es que Chanel no es especialmente santo de nuestra devoción). El color azul se convirtió en el rey, así como los trajes de falda y chaqueta con paillettes al más puro estilo azafata. Los vestidos de fiesta vienen con bolsillos. Sin más.
Si en Chanel predominó el azul, en Giorgio Armani Privé el color estrella fue el verde en todas sus variedades, un verde que tiñió diseños vanguardistas de cortes rectos, donde predominaron los pantalones rectos, las faldas de tubo y las chaquetas entalladas. Tanto para el día como para la noche, la casa italiana se viste de esperanza en unos momentos no precisamente prósperos para la mayoría de la población. Ya lo dicen: al mal tiempo, buena cara.
La dulzura se apoderó de la colección del libanés Elie Saab. El diseñador favorito de las celebrities sacó una gama de seis tonos empolvados (blanco, crudo, verde, azul, rosa y salmón) para presentar impresionantes vestidos de cóctel y vestidos de noche que parecieron sacados de un cuento de hadas. Romanticismo, sensibilidad y, ante todo, belleza con el inconfundible toque Saab. Nos quitamos una vez más el sombrero ante él. Chapeau.
Y de la dulzura de Saab, al homenaje que Jean Paul Gaultier le brindó a la cantante británica Amy Winehouse, fallecida hace ahora unos meses. Los 49 conjuntos presentados los bautizó el modisto con títulos de canciones de Winehouse o palabras claves que hacían referencia a su vida. Un grupo de cuatro cantantes a capella interpretó alguno de los temas de la cantante durante el desfile y, en este contexto, los tupés llevados al extremo, el rojo, el negro, los corsés y las cinturas de avispa se apoderaron de la pasarela. Rockabilly 100%.
¿Para terminar? Valentino, broche de oro a unos días intensos llenos de glamour y de lujo. Los nuevos directores creativos de la firma, Maria Grazia Chiuri y Pier Paolo Piccioli, crearon colección de ensueño, donde los vestidos etéreos, volátiles y vaporosos acapararon toda la atención... El blanco más impoluto y virginal y el estampado floral de toque naïf marcaron el desfile.
Dejadnos hacer, por último, una mención especial a Christophe Josse por la calidad de sus piezas. Tules, curvas y, sobre todo, muchas gasas también llenaron la colección de estilo lady del modisto. En un desfile en el que predominó el negro, el blanco, el nude y donde se le dió un guiño también a los colores más cítricos, Josse siguió su linia triunfante.
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