Al empezar a planear el viaje, todo el mundo que había estado en Cuba nos dijo que no podíamos dejar de visitar el Valle de Viñales, una de las zonas rurales del país y con un valle verdísimo de impresión, zona mítica por sus plantaciones de tabaco y su tranquilidad. Aquí pudimos apreciar que Cuba va mucho más allá de La Habana y que puede ser relajada, tranquila y serena. Si bien hay muchos turistas, el trato con la población autóctona en Viñales es mucho más cercano y puedes apreciar de cerca su solidaridad y confraternidad. Desde Viñales además, fuimos a una de las playas más vírgenes y relajantes de Cuba, Cayo Jutías.
Dentro de la misma provincia, visitamos también Pinar del Río, por ser el paso previo para llegar a la paradisíaca playa de María La Gorda, y lo cierto es que lo que pretendía ser un puro trámite se convirtió en una de las etapas más auténticas del viaje. Sin saberlo, nuestra visita coincidió con el Carnaval (¡fiesta grande!): mucha música en la calle, mucha cerveza, mucha comida, mucho ron y muchas ganas de bailar. Y además... muy pocos guiris, por lo que pudimos vivir la fiesta como auténticos locales.
Dentro de la misma provincia, visitamos también Pinar del Río, por ser el paso previo para llegar a la paradisíaca playa de María La Gorda, y lo cierto es que lo que pretendía ser un puro trámite se convirtió en una de las etapas más auténticas del viaje. Sin saberlo, nuestra visita coincidió con el Carnaval (¡fiesta grande!): mucha música en la calle, mucha cerveza, mucha comida, mucho ron y muchas ganas de bailar. Y además... muy pocos guiris, por lo que pudimos vivir la fiesta como auténticos locales.
Photos by David G. & Alba
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